Las cuentas del Atleti en pinceladas

Crecí en un entorno madridista, familia del Madrid, en la pandilla dominaba el color blanco y viví durante años muy cerca del Bernabéu respirando su ambiente Entonces, como no podía ser de otro modo, yo, del Atleti.


Ahora que la gloria navega por el manzanares, nos encanta mirar sus cifras deportivas, goles, partidos ganados, puntos, eliminatorias superadas pero, ¿a alguien se le ocurre asomarse a sus cuentas?

He encontrado sus últimas cuentas anuales auditadas y presentadas. Corresponden al ejercicio cerrado el 30 de junio de 2013 y, de ellas he sacado el siguiente extracto para simplificarlas.



Con una cifra de negocio de 106 M/€, obtiene un resultado de explotación de 17,5 M/€, hasta aquí, todo normal. Ahora, lo destacable es que prácticamente todo ese beneficio se lo llevan los intereses, lo que ya nos adelanta que la deuda que encontraremos en el balance va a ser notable. Si nos fijamos en el ejercicio anterior, sucede lo mismo, todo el beneficio se lo llevan los acreedores financieros.

Echémosle ahora un vistazo al balance.



Aquí es donde el Atleti es un verdadero campeón, ya que, nadie en su sano juicio le prestaría dinero a una empresa con este balance. Fíjate en el patrimonio neto (33 M/€) representa el capital que pertenece a los socios, lo que éstos ponen en riesgo. Ahora mira el pasivo, lo que la empresa debe, (199 M/€ + 344 M/€), ¿le prestarías dinero a alguien que por cada euro que arriesga de su bolsillo debe 16 a terceros?. Yo tampoco.

Pero lo más curioso viene cuando nos preguntamos quién ha sido tan incauto como para prestárselo, y nos encontramos con la sorpresa de que el principal acreedor del club es, nada más y nada menos que, Hacienda.

Mientras los demás nos las vemos y nos las deseamos para garantizar las deudas tributarias aplazadas y demostrar la viabilidad de la empresa, resulta que por cada euro que arriesgan los accionistas del Atleti, Hacienda, que somos todos, pone de nuestro bolsillo, cinco.


Detalle tomado de la memoria

Cada año, todo el beneficio que produce el negocio se va en intereses, de este modo va a resultar muy complicado pagar la deuda generada. Este callejón sin salida lleva a tener que aplazar, una y otra vez, los compromisos de forma indefinida, así como a tener que rezar para que el resultado no decaiga y se puedan pagar los intereses, ya que, si las cosas se tuercen, dará igual que seas del Barça, del Madrid o del Alcoyano, acabarás siendo dueño del Atleti, junto a todos los españoles.

Pero esta aparente sinrazón la podemos mirar desde otro punto de vista, ¿cuánto vale que dos equipos españoles lleguen a una final de Champions que ven en directo millones y millones de personas?.

Aquí queda la cuestión, ¿es el futbol una inversión estratégica de nuestro país o simplemente es una irresponsabilidad que a alguien se le ha ido de las manos?


Joaquín Puerta



El embargo de la ilusión emprendedora

Despierta, viva, ágil, Laura es una trabajadora incansable, emprendedora nata, dirige su negocio pensando siempre en el futuro. Nuevos proyectos, mejora de procesos, gestión más eficiente, visión de mercado…


En 2009 creó otra empresa con el fin de desarrollar un negocio complementario al suyo. Plan de viabilidad, constitución de una SL, estrategia comercial, todo listo, pero el proyecto quedó en suspenso por la llegada de la crisis. La visión prudente hizo que Laura decidiera en el último momento que el proyecto tendría que esperar para poder dedicarse de lleno a su negocio principal. 

Cursa la baja en la actividad de la empresa recién creada, cumple con las obligaciones fiscales por el tiempo que estuvo de alta y la deja “inactiva” a la espera del momento propicio para reanudarla.

Hasta ahora el entorno no le llama para reiniciar la andadura por lo que el nuevo negocio de Laura sigue detrás del telón de sus prioridades. Sin embargo, Hacienda sí se ha acordado de ella y, ahora, casi cuatro después,  ha enviado una carta certificada requiriendo los impuestos sobre sociedades de todos estos ejercicios pasados bajo amenaza de cursar de oficio la baja definitiva de la sociedad en el censo de empresarios y profesionales.

Ante esta circunstancia, Laura se informa y efectivamente, con la baja en la actividad  de la empresa finalizan las obligaciones fiscales, excepto la presentación, cada año, del impuesto sobre sociedades, aunque sea “a cero”.

Decidida a continuar con su proyecto cuando las circunstancias lo permitan, procede diligentemente a presentar el impuesto de los tres ejercicios requeridos, con las cuentas de resultados a cero. Aparentemente, todo resuelto.

Unas semanas más tarde llega la sorpresa. Tres notificaciones de inicio de procedimiento sancionador por cada uno de los tres ejercicios del impuesto sobre sociedades motivado por su presentación fuera de plazo. El importe, 150 euros cada una, total, 450 euros.

Perpleja, Laura se queda pensando en qué ha podido realizar para merecer 450 euros de multa, debe haber sido algo peor que una conducción temeraria por el centro de la ciudad, o más grave que amenazar de muerte a gritos y zarandeando al vecino que te quita el sitio para aparcar, o que mil infracciones que cada día vemos que quedan impunes ante la pasividad de las autoridades, sin embargo la falta que ha cometido ha sido ser emprendedora y no cumplir con la burocracia aún cuando no existe perjuicio para las arcas del Estado.

Y, ¿por qué no lo me han avisado antes?, -se pregunta-, podían haber notificado desde que finalizó el plazo para presentar la primera declaración, sin duda tienen medios para hacerlo, de este modo, sólo habría costado la sanción de un ejercicio.

Laura siente que han jugado con su ingenuidad y buena fe. Me advierten –dice- que si no presento las declaraciones, darán de baja la empresa, pero no me advierten de que si las presento llevará aparejada una sanción por este importe, hubiera salido más barato hacer caso omiso de la notificación y constituir una sociedad nueva.

Ante la indignación por lo injusto, Laura ha recurrido la sanción, aún a riesgo de perder la reducción por conformidad, argumentando, ni más ni menos, los motivos antes citados, buena fe, desproporcionalidad de la cuantía, diligencia en su actuación, etc.

Por fin, meses más tarde y cuando ya prensábamos que el asunto estaba perdido, se ha recibido la notificación de que el recurso ha sido estimado y por lo tanto el expediente sancionador archivado.

Finalmente, Laura no tendrá que pagar la multa pero, como tantos otros, se ha quedado pensando si realmente en este país merece la pena emprender un negocio.

Joaquín Puerta

El libro El secreto para interpretar balances de un vistazo” contiene numerosas historias reales como la de Laura a través de las cuales podrás desarrollar la habilidad de descubrir lo que esconden las cuentas de las empresas y lo convertirás en tu ventaja competitiva.


Barcelona. Sant Jordi 2014

Foto de cabecera:  Leregard de Marie


¿Cuándo alcanza el éxito un emprendedor?

El último recibo de la hipoteca merecía una canción. Buscó en su smartphone un tema que se identificara con el estado que le invadía. El dedo pasaba pantallas y pantallas, y mientras buscaba se le venían a la cabeza un sin fin de recuerdos y sentimientos, padecidos y disfrutados desde que tomó la decisión de montar la empresa y comprar aquella nave.

Nada menos que dieciséis añitos han pasado ya desde que iniciara su aventura, hasta entonces la vida le había decepcionado, un trabajo de nueve a cinco, ocho horas de rutina y monotonía que si bien le aportaban un sueldo, nunca llegaría a desarrollar su vocación y valía.

Cuando tuvo la oportunidad de rebelarse contra todo lo hizo con la ilusión del niño que explora el mundo que se abre ante sus ojos y decidió lanzarse a conquistar el hueco que descubrió en el mercado suministros alimenticios.

Me confiesa que llegó a creerse el rey del mundo cuando la euforia nubló su mirada por el inesperado éxito inicial del producto que introdujo en España, pero aquello llegó demasiado pronto, todavía no tenía asentadas unas bases sólidas. Luego vinieron las sombras y el miedo dominó a su mente al darse de bruces con la realidad después de no haber escuchado lo que las cuentas le decían, y ese éxito inicial desembocó en un serio problema de financiación.

El miedo trajo a la angustia ante el segundo impago de la hipoteca de la nave, lo que creía que iba a ser un problema puntual de liquidez, se convertía en un lugar negro del que no veía la forma de salir. Se sentía desconcertado, miraba las cuentas de su empresa y no entendía nada. Veía un beneficio allí plasmado y, sin embargo, no tenía ni idea de por qué entonces no podía pagar.

El banco se negaba a refinanciar y no había tiempo para buscar otro tipo de alternativas, la única solución que vio era la que menos le gustaba y sufrió de tal manera que tuvo que pedir a su familia lo que no tenían para atender los pagos acumulados de varios meses y evitar de ese modo que todo se fuera al traste.

Lo que no mata te hace más fuerte y la esperanza que nunca perdió dio paso a la fuerza que otorga haber aprendido el secreto para mirar las cuentas y saber de un vistazo qué ha pasado y porqué.

Los valientes son los que de verdad, los que miden sus fuerzas y dan pasos firmes sabiendo hacia donde se dirigen, los que se equivocan y corrigen su rumbo, lo que se levantan cuando tropiezan porque saben que el camino no es fácil y requiere una enorme dosis de esfuerzo y paciencia.

Fue la propia canción quien le llamó, su título destacaba entre todos los demás, sin duda era lo que necesitaba escuchar en aquel momento. Aquel tema resumía sentimientos y emociones que se habían sucedido durante aquellos años y que en este momento se agolpaban en su cabeza. Se sentó en la silla de su despacho, miró al infinito desde la ventana y comenzó a disfrutar del  merecido momento, de su momento.

Ahora tiene ya la nave pagada y una cartera de clientes, tendrá que seguir trabajando cada día para hacer crecer su negocio, y lo hará con ilusión y la serenidad del guerrero curtido en mil batallas. Ese es el éxito.

Joaquín Puerta
Asesor de empresas en TAIMAR CFF




¿Sabes ya qué canción eligió?. La comparto contigo