Te paso el inquilino moroso

Mi amigo David no tiene un pelo de tonto, es más, actúa de una forma muy inteligente, no en vano, vive de las rentas dedicándose a gestionar un patrimonio inmobiliario que él mismo creó.

Cuando la España en la que todos nos fiábamos de todos se convirtió en un sálvese quien pueda, David quiso poner un pie en la cautela a raíz de un par de malas experiencias que le hicieron perder un buen dinero, pero que le sirvieron de lección, una lección de esas que entran con sangre y no dejan que la mancha se borre.


Todo empezó cuando el inquilino de uno de sus locales dejó de pagarle. Unos meses de aviso y tras ellos el inicio de un procedimiento judicial. El inquilino se defendió como pudo, logrando retrasar lo inevitable, el desahucio. David hizo cuentas, no sólo estuvo quince meses sin cobrar, si no que los gastos que tuvo que asumir hizo ascender la cifra a un total de dos años de falta de ingresos. Si esto se repetía con los otros locales y viviendas que gestiona, supondría, sin duda alguna, la ruina segura.

David conocía el secreto para interpretar balances de vistazo, a partir de entonces se dedicó a pedir a cada posible inquilino de los locales, además de las garantías habituales, las cuentas de la empresa con el fin de comprobar su solvencia. Algunos se extrañaban, otros incluso de ofendían, pero como dice él, el que no quiere dármelos es que tiene algo que esconder, entonces no me interesa.

Cotejaba los balances que le daban con los que obtenía del Registro Mercantil para comprobar su veracidad y coherencia y, tras ello en un momento veía si esa empresa tendría desde un principio dificultades para pagar, de este modo evitó no pocos problemas que podrían haber sido fatales.

Visto el éxito de su actuación, dio un paso más y también quiso evitar los mismos problemas con los inquilinos de las viviendas a los cuales desde hacía tiempo les pedía acreditar la solvencia mediante la exhibición de las nóminas. Un contrato indefinido y una nómina aceptable eran antaño garantía suficiente para asegurarse el cobro del alquiler durante la vida del contrato, sin embargo, hoy en día, eso es papel mojado porque el contrato indefinido se convierte en finiquito con una facilidad pasmosa.

Así las cosas y avanzadas las negociaciones con un posible inquilino, a David se le ocurrió la genial idea revisar los balances de la empresa para la que trabajaba aquel sujeto y rápidamente se dio cuenta de que las posibilidades de que sus ingresos se redujeran o de que la carta de despido se cruzara en su vida eran bastante altas, lo cual implicaría el impago de las cuotas de alquiler y el problema entonces se trasladaría a David.

Me cuenta lo fácil que es detectar nóminas falsas que le han presentado al no ser coherente su importe anualizado con la cifra de gastos de personal de la cuenta de pérdidas y ganancias, o que la empresa lleva sin actividad varios años, o simplemente que la falta de solvencia hace peligrar los puestos de trabajo que mantiene.

Con todo, ni David, ni nadie está libre de que las cosas se tuerzan, pero él mismo se sorprende de lo sencillo que le ha sido aprender a interpretar las cuentas de las empresas y lo útil que le está resultando y como él mismo dice, que el problema del impago, lo soporte otro.
  

Joaquín Puerta
El libro “El secreto para interpretar balances de un vistazo” contiene numerosas historias como la de David a través de las cuales podrás desarrollar la habilidad de mirar todo lo que hay en las empresas a través de sus cuentas y lo convertirás en tu ventaja competitiva.




Foto: Tony Fischer       

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