Una mujer enamorada y mellizas en camino
obran milagros. Con los albañiles le puso más ganas de aprender el negocio que
de echar paladas a la hormigonera y pronto vio que el dinero estaba en
especializarse haciendo más rápido y mejor cualquier parte del proceso de la
construcción.
Electricistas, fontaneros, escayolistas....
él desarrolló la habilidad de alicatar baños y cocinas en tiempo record y sin
un sólo error. A destajo.
Fue cogiendo chavales dispuestos a dejarse
la piel por dinero. Se quedaba con los mejores y formó dos cuadrillas de especialistas,
dos cuadrillas de élite.
Llegó a facturar medio millón de euros en
los años de bonanza, todo servicios. Pagando sueldos y gastos, le quedaba casi
la mitad antes de impuestos. Un negocio redondo.
Pero las cosas han cambiado, ahora Paco
tiene una tienda de baños. El negocio es diferente y la cuenta de resultados
también, factura más, pero los gastos de estructura muerden los márgenes hasta
dejar el beneficio en una sombra de lo que antaño fue.
Un negocio con una estructura rígida, donde
los costes fijos tienen un peso determinante y se precisa un aporte importante
de financiación, es mucho más sensible a los vaivenes del mercado. Si las
ventas acompañan el beneficio se dispara, pero si flojean, el resultado se
encamina a terreno negativo a velocidad de vértigo.
Atrás quedaron los tiempos de grandes
márgenes, las cuentas de resultados que soportaban todo tipo de gastos sin
resentirse. Atrás quedaron los tiempos donde cualquier empresa cabía en el
mercado. La crisis golpea fuerte, pero Paco no tiene miedo porque sabe que en
lo suyo, trabaja con ventaja.
Veinte meses hace veinte años. De aquello
solamente queda un corazón con flores tatuado en su brazo derecho. Amor de
madre.
Joaquín Puerta