La empresa, dedicada al arrendamiento de inmuebles, adquirió un Rolls Royce Ghost y, no pensándoselo dos veces, dedujo el IVA de la compra.
La AEAT le hizo una comprobación, consideró que no podía deducirlo y le practicó la correspondiente liquidación para que ingresara el IVA que se había deducido indebidamente.
La empresa, no conforme con la decisión de la Administración, recurrió ante el Tribunal Económico Administrativo Regional quien le dio la razón a Hacienda.
Pero la empresa no se rindió e interpuso recurso económico ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia
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